
Tu zona de confort es un lugar hermoso, pero nada crece allí.
El crecimiento, el progreso, el logro, todos yacen fuera de tu zona de confort.
La zona de confort es seductora, segura, es familiar, es cómoda. Pero también es estancada. Si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has tenido. Si quieres algo que nunca has tenido, tienes que hacer algo que nunca has hecho.
Salir de allí no es fácil; involucra riesgo, incertidumbre, la posibilidad de fracaso, pero también abre un mundo de posibilidades.
Es donde descubres de lo que realmente eres capaz, es donde creces, donde evolucionas, donde te conviertes en la persona que estás destinado a ser.
Comienza pequeño; no tienes que saltar de un avión o dejar tu trabajo para iniciar un negocio mañana.
Tal vez sea entablar una conversación con un extraño. Tal vez sea probar un nuevo pasatiempo. Tal vez sea hablar en una reunión cuando normalmente te quedarías callado.
Al salir de esa comodidad, te expones a nuevas experiencias, desarrollas habilidades que nunca pensaste tener y te descubres a ti mismo en formas que nunca imaginaste. Los momentos de mayor crecimiento ocurren cuando te atreves a enfrentar lo desconocido, cuando abrazas el riesgo y permites que las dificultades te enseñen.
Estos pequeños pasos fuera de tu zona construyen confianza y amplían tus horizontes.
Recuerda, el coraje no es la ausencia de miedo; el coraje es sentir el miedo y hacerlo de todos modos.
Cada vez que enfrentas un miedo, cada vez que intentas algo nuevo, estás expandiendo tu zona de confort.
Y a medida que tu zona de confort se expande, también lo hacen tus capacidades y tus oportunidades.
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